miércoles, 5 de enero de 2011

LOS GATOS EN EL ANTIGUO EGIPTO

A mucha gente le gustan los gatos, pero ningún pueblo ha querido más a los gatos que los antiguos egipcios. Fueron ellos los que comenzaron a domesticar estos animales hace más de 4 mil años.

En un principio los gatos fueron apreciados y domesticados porque mantenían alejadas a las ratas, serpientes y otras alimañas de los hogares y depósitos de alimento.

Pero muy pronto fueron más que simples mascotas útiles: se convirtieron en parte de las familias egipcias y hasta llegaron a ser venerados como semi-dioses.



Existen innumerables testimonios de la importancia que tuvieron los gatos para los egipcios antiguos. No solo eran las mascotas más preciadas en los hogares, sino que también fueron elevados a la categoría de deidades.



Los egipcios creían que los gatos traían bendiciones a las casas de sus amos, por eso casi cada familia egipcia tenía uno en su hogar. Hasta donde se sabe, los gatos eran llamados miu o mii, tal como suena un maullido. Los felinos domésticos eran tan queridos, que comían igual o mejor que los miembros de la familia y había hogares donde el gato era el primero en comer. Los más estimados eran los negros, que eran extremadamente raros.



Se calcula que los gatos fueron domesticados en el Antiguo Egipto hace unos 4000 años. Probablemente los primeros se acercaron a los pueblos por la abundancia de ratas y ratones. Allí cumplían un papel importantísimo en el control de estas plagas, así como serpientes y otras alimañas peligrosas para las personas.


Eran muy valorados por este servicio, ya que si se perdían los granos, los egipcios podían pasar hambre hasta la siguiente cosecha. No es raro que con el tiempo se fuera creando una relación simbiótica entre los pobladores y los gatos hasta que finalmente lograron domesticarlos. Incluso hay indicios de que los gatos acompañaban en la caza a sus amos.

Los perros fueron domesticados mucho antes, pues es probable que los gatos necesitaran más tiempo para acostumbrarse a la vida casera. Los felinos gozaban de mayor libertad que otros animales domésticos, ya que se les permitía ir y venir a voluntad hasta que finalmente decidieron quedarse y criar a sus hijos en un ambiente humano.

Las primeras imágenes de gatos en las tumbas comenzaron a aparecer unos 500 años después, y más tarde se encontraron momias de gatos, hace unos 3000 años. Esta es una evidencia segura de que ya eran animales domésticos para entonces. Los grabados en las tumbas muestran a los gatos en escenas de la vida cotidiana y familiar. Son frecuentes las imágenes de gatos cazando con sus amos o echados bajo las sillas en el hogar.



Los gatos también eran valorados por cuestiones de misterio y superstición. La ley los protegía y castigaba duramente a cualquiera que matara o lastimara a uno de ellos, incluso con la pena de muerte. El historiador griego Herodoto cuenta como un soldado romano fue apaleado hasta morir sin que el faraón ni el miedo al Imperio Romano pudieran evitarlo.



Con el tiempo los gatos llegaron a integrar el panteón de los dioses de Egipto. La primera diosa felina registrada fue Mafdet, y se la representaba matando a una serpiente con sus garras. Sin embargo las más reverenciadas por los egipcios fueron Bastet y Sekhmet. Bastet, con cuerpo de mujer y cabeza de gato doméstico, era muy amada y se convirtió en la protectora de la familia, las mujeres, los niños y los gatos. También era la diosa de la música, la danza, el amanecer, el placer, la fertilidad y los nacimientos. Sekhmet, con cabeza de león, era su contraparte malvada, diosa de la guerra y las pestes, que fue finalmente domesticada por Ra y se convirtió en protectora de la humanidad y diosa del destino. Estas dos diosas representaban el balance de las fuerzas de la naturaleza.



La importancia de los gatos se evidencia en la cantidad de estatuillas decoradas que se han encontrado en numerosas tumbas. Estas estatuas eran de bronce y estaban decoradas muchas veces con aretes de oro y joyas preciosas y eran un símbolo religioso. También se encontraron muchos amuletos con gatos, en la forma de brazaletes, aretes, dijes y anillos. Los elementos para maquillaje y espejos también tenían gatos como decoración. Gracias a estos objetos, las personas comunes podían gozar de la protección de los dioses felinos. En la superstición los gatos eran signo de buena fortuna; si un hombre soñaba con un gato, por ejemplo, esto significaba que ese año tendría una buena cosecha.



Otro testimonio del amor de los egipcios a los gatos cuenta que, en una batalla entre persas y egipcios, el general persa ordenó a sus soldados arrojar gatos vivos por encima de la fortaleza de los egipcios. Se dice que los egipcios prefirieron rendirse antes que permitir que siguieran lastimando así a los gatos.



La veneración por los gatos se enlazó con la religión. El pueblo egipcio llegó a adorar a ciertos animales que se creía que encarnaban a dioses, como los cocodrilos, cobras, escorpiones, vacas, halcones y, por supuesto, los gatos. Hubo dos diosas gemelas, hijas del dios solar Ra, que se representaban con cuerpo de mujer y cabeza felina: Bastet y Sekhmet.



La ciudad de Bubastis, en el delta del Nilo, era el centro de adoración de la diosa Bastet. En ella se encontraron unas 300.000 momias de gatos. Una gran festividad en esta ciudad se celebraba cerca del 31 de octubre, cuando miles de peregrinos llegaban de todos lados. Se festejaba con música, vino y oraciones a Bastet, junto con canciones e incienso. Desafortunadamente muchos de estos sitios fueron profanados antes de la llegada de los arqueólogos. Por ejemplo, a fines del siglo XIX un cargamento de 180.000 momias fue enviado a Inglaterra para transformarlas en fertilizante.

Mucho tiempo ha transcurrido desde las épocas en que los gatos eran considerados dioses hasta nuestros días, sin embargo ellos nos siguen dando el mismo cariño, siguen siendo igual de elegantes y entretenidos. Ahora ya no son dioses, pero se han convertido en los reyes de muchos hogares.


Gato momificado
Le han preservado muchas imágenes y esculturas de la antigüedad egipcia, donde se ven gatos esbeltos y enjoyados que indican que esta civilización cuidaba y adornaba a estas mascotas. Además, también se han encontrado numerosos amuletos de bronce, marfil, terracota, lapislázuli, entre otros materiales, con la forma de un gato; así como espejos de tocador con gatos tallados en el mango y cajas de cosméticos decorados con las figuras de estos animales. Por otro lado, abundan las pinturas funerarias que presentan escenas con las mascotas de las personas enterradas, especialmente perros y gatos; estas imágenes los muestran en actividades cotidianas: comiendo, pescado, cazando al lado de su amo o simplemente sentados en reposo. Con ello se recordaba el cariño que el difunto había tenido por su gato y, simbólicamente, el animal acompañaba a su amo al mundo de los muertos.
Pintura mural en la tumba de Deir el Medina,
c. 1250 a. de n. E.
Bastet (también conocida como Bast, Pasch, Ubasti) tenía cabeza de gato negro y Sakhmet, cabeza de león. Ambas diosas representaban el balance entre el bien y el mal en la naturaleza humana. Sekhmet era una diosa violenta, fiera y destructiva, se asociaba con la guerra. Bastet, por el contrario, simbolizaba la fertilidad, maternidad, alegría, belleza, danza y placer. A ella se le atribuía el poder de hacer que crecieran las cosechas de trigo y cebada, así como la capacidad de proteger a los seres humanos de la enfermedad y los malos espíritus. A Bastet se le asociaba con el ojo izquierdo de Ra, del dios solar; Sekhmet era el ojo derecho.
Los egipcios querían tanto a Bastet que la convirtieron en la diosa doméstica y protectora de mujeres, niños y de los gatos del hogar. Las imágenes de Bastet la muestran con una cabeza de gato negro con orejas puntiagudas. Por vestimenta lleva una larga capa y frecuentemente carga una canasta que a veces contiene unos gatitos. También porta un escudo, y una sonaja llamada sistrum. Las mujeres embarazadas cargaban amuletos de la diosa-gato Bastet para que las protegiera con su escudo durante el periodo de gestación y las ayudara en el momento de dar a luz. Asimismo, se sacudía la sonaja sagrada de Bastet sobre las camas de los madres para ahuyentar a los espíritus malignos.
Nildjat o “gato contemplativo que atisba el mundo espiritual”
El Udjat representa el ojo que todo lo ve que puede llegar a los más altos niveles espirituales que son inaccesibles para el ser humano. Este símbolo se conecta frecuentemente con el gato y puede ser visto en varias de sus formas en papiros y pendientes.
Papiro funerario conocido como El gato Lapis Lázuli.
Dentro del panteón* egipcio, Bastet fue una de las diosas más populares y queridas. Su culto alcanzó su clímax alrededor del año 950 antes de nuestra Era. El templo principal de esta diosa estaba en Bubastis (ahora Tell Bastra), una población en la región sudeste del delta del río Nilo. En el Templo de Bastet en Bubastis vivían cientos de gatos considerados sagrados y alrededor del templo había varios cementerios para gatos. El festival en honor de la diosa Bastet se celebraba el 31 de octubre, al cual acudían miles de personas en peregrinación. Se hacían rezos y se quemaba incienso; pero también había cantos, vino y desenfreno.

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